sábado, 13 de julio de 2013

JOSE LUIS ACEVEDO/ ANTESUEÑO


Se puso el sol

                         bajo mis pàrpados
                           
                                                    se hace noche


En suave bruma

                         respiro cada estrella

                                                      de mis calladas constelaciones

                                                       Duermo.

RODRIGO VERDUGO / VEINTINUEVEAVO ANUNCIO

A mi primo Alan Bruna Pizarro,
en recuerdo de Villa Portales

"Y con horrible estruendo se abrieron
cráteres y abismos poblados del duro instante de
escalofriantes máscaras"
Olga Acevedo



Veo los lugares desde lejos y no los quiero habitar
La desposesión es la misma ya sea en el fuego o en el agua
o plantada al lado del desvarío de los jardines.
Veo las puertas desde lejos y no quiero entrar
las hijas traen copas y clavos
yo tengo un patrimonio de colchones y caballos atropellados
venid postores, jugad con estos bienes.
Veo las ventanas color de azufre
y se lo que se desfonda en ellas
lo que logra quedar en pie como un arrobamiento de niño
ante espacios blancos y negros.
Las hijas cuidan que el fuego no me quite la máscara
cuidan que no hablen de mí en los desiertos
barren mis resplandores sobre los ríos.
El espacio negro ritualiza al espacio blanco
las olas quedan colgadas, prospera en los sesos ese motor aterrado.
Es imperioso que vuestras rodillas lleven caballos atropellados a los colchones
como también colgar las olas, 

ponerles dientes visionarios a las bajas esperas.
Veo los pasillos desde lejos y no me quiero acercar
ni llegar al final de ellos dirigiendo el aliento de los rayos
que quedara esbozado en distintas líneas sin saber cual de ellas tomar
o adonde conducen, oh dime si al espacio blanco
cuando parece un cajón abierto
o al espacio negro cuando parece esa sustancia que revuelve
los funerales para que yo los guarde dentro de las botellas
pero el cajón ha de cerrarse,
luego de que las hijas hayan hurgado en él
Será porque tienen inclinaciones fosfóricas
y la sustancia sale por el sur y se esconde por el norte
donde fue imperioso que las grullas hayan arrastrado rejas
y entrado a esa casa amarilla, donde clavos y copas 

son sólo una parte de aquello que se ha tramado en el espacio negro,
a espaldas de todos nosotros, 

con aletas, con puentes partidos, con cajones sueltos,
con la certidumbre que he de desfondarme en un aliento de rayos
que las hijas traigan después mi cabeza en sus manos
Será porque tienen inclinaciones fosfóricas
que las hijas traigan después mis sesos sobre sus ojos
Será porque tienen inclinaciones fosfóricas.
Quedará acaso en pie la sustancia o lo que plante en el espacio negro
mi patrimonio subastado en el espacio blanco y por supuesto rechazado.
Yo uno mi propia línea a las demás siguiendo el consejo de las hijas
Sé entonces de la alta y baja espera que se padece entre ambos espacios
pero me angustio y empiezo a ultrajar, a reintegrar
toda una anatomía de ánimas sobre los colchones
y se suman las grullas y los motores aterrados a la orgía ruinosa.
Pero que hacen aquellos con aletas ahí en medio de ese puente partido
quieren que lo cruce, que ellos me harán llegar al otro lado
Dicen: "Todo lo que necesitas es una inclinación fosfórica, y nada más".
"Podrás cruzar sobre todas las líneas si quieres, tu línea podrá dar
fin u origen a las demás, podrás hacer también que ninguna de esas
llegue a alguna parte,"
¿Cuál tomaste en tu infancia, cuando pusiste los clavos sobre las olas?
Si, dejaste algo ahí, como todo adolescente un padecimiento nacarado
que las hijas cuidarán, dejando acercarse sólo a los rayos y a las copas.
Tú buscabas dentro de los cajones con temor a que te descubrieran
con ese repertorio de piedras que el aliento de los rayos les producía
a quienes cambiaban de línea
o a quienes bebían un trozo de azufre de la misma copa
y te castigarán trece días, sin poder tenderte debajo del puente.
Sin esas aletas que nos validan en cada suicidio
sin que a la hora de cenar Silvia te cuente historias
de quienes pasaban del espacio negro al espacio blanco.
Veo desde lejos los cajones cerrados y ya no los quiero abrir
porque pasar de un espacio a otro es como cambiar de rostro.
Es como alfabetizar el humo y ser azotados por palomas.
Veo a la sustancia esconderse en el norte,
porque ningún muerto ha descansado
como si ahora los rostros trajeran la imposibilidad de los retratos
y eso se extendiera a los espacios blancos, y a los árboles y a los ríos
a ti mismo cuando pasas al espacio blanco
junto a los moluscos que buscan volatilizar los partos
y se allegan a rocas destruidas por la neblina,
se ven los colchones ajados, agolpados al fondo.
Nos preguntan por lugares y direcciones,
donde murió aquel, donde nació este,
Les damos datos y fechas equivocadas, direcciones que no existen,
todo para que sigan extraviados
para que persista esa mecánica desierta, de la que si alguien sale o logra salir
Lleva clavos en vez de dientes, y ataca a las hijas,
como si ahora los rayos trajeran la imposibilidad 

de los espejos y de los resplandores
y eso se extendiera sin tregua a los espacios negros, 

y a los cuerpos y a las sombras.
A ti mismo cuando pasas al espacio negro
junto al espectro que tiene garras de águila, 

y anda con un candado en las manos,
y pone un árbol en medio del río, impidiendo toda navegación
y echa su condena púrpura sobre los caballos.
No temas cruzar, ya que ella espectralizó el fuego, oh arcana
ya que es ella quien azula estos intercambios,
y que volar juntos es como si la niebla hiciera valer vuestro juramento
ante los días y las noches, ante las lenguas y los filamentos
como si quisiéramos alargar nuestra vida con rayos
aún más allá de esa tierra orgásmica, 

que es la que se guarda para los entierros
y que noche a noche ella y él invaden dejando sus cajas
para las próximas veces, ah para las próximas veces
Y es por eso que él la persigue a ella por los parques
como si ahora algo así como unas botellas no dejasen pasar la transparencia.
No temas levantarte o volver a ver como caen todas las cosas,
porque más abajo las raíces improvisan al padre
y este sólo repite que no todo resplandor inicia una rivalidad entre los cielos
como si ahora justo todo estuviese perdido para las aguas
y apareciesen desde lejos los ojos verdes de Silvia Silva Robles.












jueves, 11 de julio de 2013

GÈRMAN ROJAS/ MADRE


Déjame llamarte dos veces madre,
madre-madre
como te dirían los habitantes originarios de mi patria,
porque eres madre-tierra y madre-luna
materia y espíritu
fecundidad y crecimiento
sustento y enseñanza,
eres presencia y sombra
roca y luz,
eres todo y nada
porque la nada también es infinita,
eres en una palabra madre
porque aún no existe ese otro vocablo
que yo, a lo mejor, inventaré para tí algún día.

JORDI LLORET/ MERLEN

 
Logré salvarme de la redada feroz
y con dos amigos
logramos llegar al cerro mauco.
Vivimos en silencio
en lo más alto de este valle
del Aconcagua y nuestra mirada
no rebota en kilómetros.
Pero el hambre
pone la música en nuestro estómagos.
A veces caen algunos ratones o pájaros.
Los días felices algunos conejos
y mucha melancolía.
El otro día
vino una pareja buscando
restos antiguos
e intentaron hacer un asado
pero soy un hijo de ladrón
necesitado y veloz.
 

RICARDO WILSON/ ANIMAL URBANO FRAGMENTO LXI


Cada mañana intento aferrarme con dientes y uñas
a alguna cosa sòlida, espesa, palpable como el
                                miedo.

Pero este niño que me tiembla a contraluz
        mueve buena parte de mis dìas.

Me habla del monte por donde viene mi padre
con un saco al hombro y mientras le llueven
                   piedras desde el cielo;
pero èl puede escamotear lo vengativo
con la parte que Cristo dejò a la piel del mundo.

Se sentò sin embargo a respirar desde lo hondo.
              Con las piedras hizo una casa
   Una noche cualquiera se empapò de mujer   
                          la cara.

     En pocos segundos ya tenìa hijos sanos.
Domesticaron cuanto habìa encima del planeta.

   Nos hicieron volver de nuevo al monte
     ahora para una evangèlica limpieza
    y arrepentirnos de no sè què culpas.

  Esta vez el miedo nos puso de rodillas.

FERNANDO VIVEROS/ LA RATA ALMIZCLERA (FRAGMENTO)


La niña pone el ìndice en la lengua
Sigue un ruido de botones de bragueta que caen
Cuando el hombre puja, ella suda
felicidad a chorros
frotàndose contra un farol victoriano de tres glòbulos
Un poco de saliva y nata escurren
por el desague   alimentando el rìo.

CARMEN GRANGIER SAEZ/ CONOCIENDO A LA POETA MARIA RAMÈNTOL

 
 
Marian Raméntol nació en Barcelona en 1966. Es poeta y traductora y
además directora de la revista cultural "La náusea", a parte de ser
miembro del grupo musical O.D.I.. Ha publicado nueve poemarios, siendo
incluída en siete antologías. Ha recibido premios en su país y en el
extranjero. Maria posee un estilo muy personal, trabaja con imágenes
que no dejan a nadie indiferentes,que provocan desasosiego. Podría
decirse que su poesía es diferente, intensa,y transgrede los cánones
conocidos. Quiero compartir con Ustedes este poema homenaje al poeta
Miguel Hernández, que en mi parecer constiyuye una cumbre dentro de su
muy destacado trabajo poético.
 
 
PERO CRECISTE,MIGUEL,Y LO HICISTE BESANDO A LOS HIJOS DE LA SOMBRA.
 
 
Miguel Armado de Cabras, de tierra áspera
y mirada ávida más allá del barro, llevabas
la palabra a pastorear cielos de estreno,
verdades en carne viva que separarían las aguas
y nada sabías entonces de España,
esa monteña hueca
que secaría sus heces con tus huesos malheridos.
 
Pero creciste, Miguel,y lo hiciste
besando a los hijos de la sombra,
a los vientres arrastrados por los muslos
de una España,que supo de tu lengua sin pan,
lo supo y abrió su boca para verte flotar
como un pez muerto,en un país muerto.
 
Llevaste de cabeza el verde, no te importó
el remolino del horizonte que amenazaba
chorreante con tragarse tu nombre a pedacitos.
Ay Miguel, demasiada temeridad
para la revolución de las manos
en la embriaguez de una patria ciega
ante la sangre huída.
 
Miguel de ojos mojados,
tras lo barrotes tuberculosos,
escapaste hacia los campos,
te amarraste los pantalones con olivos,
se te llevaron en la equivocación de una España
que desterró la luz y se nevó
cubierta de ataúdes.